Somos lo que compartimos

Muchas veces se nos dice que somos lo que leemos, que debemos nutrir nuestro pensamiento a través de lecturas que nos aporten conocimiento y en esta era digital, podríamos añadir que somos también lo que vemos y compartimos de la red. Todo eso que nos llega a nuestras pantallas y a lo que le damos me gusta y compartir, nos forma y nos define.

Tamaulipas ocupa el nada honroso tercer lugar de misoginia en Twitter, este dato lo revela un estudio del Conacyt a través del Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial, CentroGeo y destaca a las 5 entidades más misoginas del país, la lista la encabezan Sonora, Sinaloa, Tamaulipas, Nuevo León y Veracruz.

El estudio titulado “Misoginia en pocas palabras: Identificación y análisis de violencia escrita contra las mujeres en textos cortos de Twitter” se ejecutó en este mes de marzo, para comprobar cómo se construye el discurso que fomenta la discriminación y odio hacia las mujeres. La valoración y exposición de resultados que realizaron los científicos encabezados por Alejandro Molina, reflejan la problemática real que las mujeres percibimos en todas las redes sociales, la violencia estructural y normalizada en los diálogos públicos, lo que conlleva a la reafirmación de la violencia cultural que se registra en todos los espacios físicos.

No lo especifica este estudio, pero esto es un espejo de lo que las mujeres vivimos todos los días en las calles, el trabajo, en los parques, centros comerciales y en la propia casa, la utilización de un léxico misógino que está arraigado en las costumbres machistas. Loca, vieja, amargada, zorra y prostituta son las palabras más replicadas en el lenguaje virtual, con el mismo tono y significancia del lenguaje verbal con el que tenemos que lidiar en las conversaciones públicas o privadas.

La pandemia agravo la violencia hacia la mujer, en todas sus expresiones, la verbal, física, emocional, doméstica y laboral, al mismo tiempo el Covid 19 ha provocado que la interacción humana migre al terreno virtual, socializamos, trabajamos y nos comunicamos más a través de nuestras redes sociales, además valga decir que en este mes de marzo, cuando se realizó este estudio, las feministas aumentaron la conversación y debate en la red, lo que derivó en más interacciones de ellas, muchas recibiendo ataques verbales de cuentas fantasmas o grupos contrarios al activismo feminista.

Lo que refleja este análisis de internet, son las expresiones naturalizadas sobre estereotipos de género que derivan en la cosificación de las mujeres, su denigración y el fomento a la violencia contra ellas. Lo que no se nombra, no se reconoce, así que conocer este dato sobre la misoginia en la red es importante para cambiar de forma y fondo el dialogo en nuestra sociedad.

De la era digital la feminista Aimée Vega, comunicóloga e investigadora en Ciencias Sociales de la UNAM ha dicho que el internet posibilita la difusión más amplia de la agenda feminista, pero al mismo tiempo estas tecnologías nos representan el desafío que significa la ampliación de plataformas para la difusión de contenidos de odio sexista, que discriminan a las mujeres, que naturalizan y hacen apología de la violencia contra las niñas y mujeres y esto se explica porque el desarrollo tecnológico se ha dado en el marco de una estructura patriarcal, entonces como podíamos pretender que las tecnologías por si mismas iban a resolver lo que la democracia no ha sido capaz de hacer, que es generar condiciones de igualdad entre mujeres y hombres y erradicar la discriminación de las mujeres.

Está en nuestras manos parar con la misoginia y el machismo en la red, tenemos la responsabilidad y decisión sobre cualquier “click”, de me gusta o enviar, debemos analizar lo que nos llega y dejar de compartir los mensajes que solo alimentan el odio y fomentan la violencia de género.

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